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Las emociones en los niños: un viaje de descubrimiento y crecimiento.

  • Maria Tena Riera
  • 13 ago
  • 3 Min. de lectura

Las emociones son parte fundamental de lo que somos. En la infancia, representan un auténtico viaje: desde el desconcierto hasta la comprensión; desde la rabia sin nombre hasta el aprendizaje de cómo gestionarla. Acompañar a los niños en ese camino no es solo necesario, sino profundamente transformador tanto para ellos como para quienes los cuidan.

Como dice la psiquiatra Marián Rojas Estapé:

“El estado emocional de los padres modifica el cerebro de los niños. Un niño necesita un adulto emocionalmente equilibrado que lo acompañe, no que lo invada.”


🌱 1. Crianza emocionalmente presente

Los niños no nacen sabiendo gestionar sus emociones: las aprenden por imitación, por acompañamiento y por contención. Si los adultos se desbordan con facilidad, será más difícil que los niños aprendan a navegar por sus propios estados internos. Por eso, la primera lección emocional la da el entorno, no las palabras.

Cuando un niño llora, se frustra o se enfada, la manera en que reaccionamos se convierte en un espejo. ¿Respondemos con calma o con impaciencia? ¿Nombramos lo que sienten o los mandamos a callar? El viaje emocional empieza en casa.


📚 2. Las emociones también se cuentan

La psicóloga Isabel Rojas Estapé, en su serie de cuentos protagonizados por Neurita, explica que:

“Las emociones no son malas ni buenas, simplemente existen y hay que aprender a entenderlas. La tristeza, por ejemplo, también tiene un propósito.”

Cuentos, metáforas e historias permiten que los niños identifiquen sus emociones sin sentirse juzgados. Leer juntos puede ser una herramienta tan poderosa como cualquier charla: un puente para que expresen lo que sienten a través de personajes que viven experiencias similares.

Hablar de la tristeza, del miedo o de la frustración no los hace más vulnerables: los hace más fuertes.


💪 3. La frustración también enseña

La psicóloga Patricia Ramírez (conocida como Patri Psicóloga) lo resume así:

“La frustración es una emoción que no se debe evitar. Los niños deben aprender a vivirla para que no colapsen cuando algo no les sale bien.”

Hoy más que nunca, los niños se enfrentan a un mundo de inmediatez. Sin embargo, aprender a esperar, equivocarse, perder o adaptarse es parte esencial del crecimiento emocional. Enseñar a tolerar la frustración es regalarles una herramienta para toda la vida.


🤝 4. Empatía: el superpoder del futuro

La pediatra Lucía Galán (Lucía, mi pediatra) lo dice con claridad:

“Educar en la empatía es enseñarles a ponerse en el lugar del otro desde pequeños. No se trata de criar niños perfectos, sino humanos sensibles y conscientes.”

Fomentar la empatía es darles el lenguaje del corazón. Se cultiva preguntando: “¿Cómo crees que se sintió tu amigo cuando pasó eso?”, “¿Qué harías tú si te pasara lo mismo?”. No se trata de sermonear, sino de acompañar con preguntas, ejemplos y actos consistentes.

🧭 Acompañar sin invadir.


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Educar emocionalmente no es controlar lo que sienten, sino enseñarles a entenderlo, nombrarlo y manejarlo. Como adultos, no tenemos que tener todas las respuestas, pero sí la disposición de acompañar, validar y contener.

El viaje emocional de un niño no se recorre en soledad: necesita adultos presentes, conscientes y amorosos que les ayuden a mirar hacia adentro sin miedo.

 

“Acompañar emocionalmente es un acto de amor que deja huella. Y comienza con nuestra propia disposición a mirar hacia adentro.”

 

 

❓ Y tú, ¿cómo acompañas a tus hijos cuando sienten miedo, tristeza o rabia?

 
 
 

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